Por Tabaré Ifrán Rodríguez
Introducción
Sus delgadas formas son suaves al tacto y escurridizas como el hielo. Sus superficies capturan la luz y la reflejan como cristal recién pulido. Sus curvas son simétricas y continúas. No existe ave con alas tan perfectas. Planeadores, veleros… pertenecen al cielo, son parte de éste, tanto como las nubes en un día de verano.
No sólo de vuelos motorizados fue espejo el estuario que nos separa de Argentina. Fueron cuatro los cruces en planeador, sobrevolando el Río de la Plata, al menos los que el autor conoce.
El Minimoa D-Chemnitz III en el momento de soltar la cuerda en la reunión anual de Rhon. Alemania, año 1936. (Colección Peter Selinger)
Hans Ott y el Minimoa “Argentina”.
El primer y único cruce en planeador que partió de nuestra costa tuvo lugar hace ya 73 años.
El velero usado para esa especial ocasión fue un Goppingen Minimoa, considerado por muchos alemanes y japoneses como el planeador más bello de la época de oro del vuelo a vela, que va desde 1928 y se extiende hasta 1939.
El ejemplar al cual haremos referencia fue inscripto el 29 de Julio de 1936 en Alemania recibiendo la matrícula D-Chemnitz III. Era el planeador número 32 construido por la Goppingen Segelflugzeug-bau, integrada por Wolf Hirth y Martin Schempp. Al poco tiempo tuvo su debut competitivo en la reunión anual de Rhon, piloteado por el famoso as de la aviación alemana, piloto de Me-163, Wolfgang Spate. El 25 de noviembre de ese mismo año obtuvo en Alemania la matricula D-Argentina, dando cuenta así de su emigración para nuestro país vecino. Su nuevo dueño era el argentino Onésimo Bonomi. Éste, para cumplir el encargo de trasladar el velero desde Europa, contrató los servicios de Hans Ott, volovelista radicado en Tandil, provincia de Buenos Aires.
El Minimoa “Argentina” ensamblado y listo para emprender su largo raíd.
A su lado, se puede ver parcialmente al dirigible D-LZ 129 “Hindemburg”. Hangar de Santa Cruz, Río de Janeiro. Diciembre de 1936. (Colección Peter Selinger)
Piloto y planeador se embarcaron el 29 de noviembre de 1936 en el más grande artefacto volador jamás construido; el dirigible Hindenburg, construido entre 1931 y 1936 en Friedrichshafen, Alemania. ¿Quien de nosotros desconoce su trágico final? El 3 de mayo de 1937 mató a 38 personas cuando se prestaba a realizar su amarraje en el aeropuerto norteamericano de Lakehurst. El viaje desde Alemania tardaba aproximadamente unos cuatro días, así que suponemos que llegaron a Santa Cruz, Río de Janeiro, en los primeros días de diciembre. Allí, existía un hangar de la compañía Zeppelín. Actualmente es el único hangar de dirigibles construidos para esa compañía que queda en pie, ya que el que se encontraba en EEUU y en Alemania fueron destruidos. Hoy en día la Fuerza Aérea Brasilera utiliza dicha edificación como base de mantenimiento.
Desde Río de Janeiro, en fecha incierta para el autor, Hans Ott se hizo remolcar por un avión militar confiado al Capitán Geraldo Guia de Aquino, hasta la fronteriza cuidad de Yaguarón, ciudad donde la compañia VARIG contaba con campo de vuelo. Para la última pierna del ferry, antes de cruzar el Plata en vuelo libre, Ott contactó al Coronel Larre Borges, quien el 18 de abril de 1937 utilizando el Potez 58 CX-AAO de su propiedad lo remolcó desde aquella ciudad fronteriza hasta el campo de vuelo de Treinta y Tres, descendiendo allí debido al fuerte viento en contra reinante en la ruta. Al otro día, fecha patria, partió hacia el sur aterrizando en Pando sin novedad.
El Minimoa despegando en Río de Janeiro. Fecha desconocida por el autor. (Archivo Museo Aeronáutico)
Una vez en Montevideo, Ott participó de varias actividades relacionadas al vuelo sin motor. El 24 de julio de 1937 se presentó como el indicado para cruzar el “charco”. Para tal importante vuelo contó con la ayuda de nuestra Aeronáutica Militar, cediéndole el remolque en un avión Tiger Moth, número 6, tripulado por el Sargento Hilario Almandós, piloto que hizo armas en esa práctica remolcando a Ott en el “Argentina” en varias ocasiones, siempre usando los DH-82 de la Aeronáutica Militar, tarea que continúo realizando años después tal como se ha podido comprobar en otros remolques para el Aeroclub del Uruguay en visitas a los campos de vuelo de San José de Mayo y Minas.
A las 14:05 de ese día despegaron de Pando con rumbo oeste. De ahí en más fueron tomando altura en forma progresiva hasta llegar a Colonia, luego de dos horas y cuarto de vuelo. Allí se desprendió el remolque a unos 3000 metros de altura, suficientes para cruzar el río de manera segura y aterrizar en la otra orilla. Cuarenta y tres minutos de vuelo libre le bastaron a Ott para bajar en Quilmes, con un remanente de 400 metros de altura sobre la vertical del campo de vuelo.
El Minimoa en el campo de vuelo de Air France en Pando,Invierno de 1937. Obsérvese dentro del Hangar un Potez 25 de la compañía Air France. (Archivo Museo Aeronáutico)
Alberto San Martin y el Rhönbussard "Indio".
El segundo cruce en planeador y primero desde la costa argentina tuvo lugar el 9 de diciembre de 1944. El piloto Alberto San Martín a los mandos del Rhönbussard "Indio" matrícula del vecino país 17-P-2 (matrícula interna del Club Albatros donde fue construido en 1941) despegó de Merlo, aeródromo situado a 30 kilómetros al oeste de Buenos Aires para bordear en su navegación el delta y aterrizar luego al otro lado del Río Uruguay, en Nueva Palmira.
Manuel “Lito” Fentanes y otra vez el “Indio” como protagonista.
Tercer cruce en planeador. Otra vez es protagonista el aparato del cruce anterior, el Rhönbussard "Indio", pero ahora con matrícula LV-DAI.
Imposible hablar de volovelismo argentino sin nombrar a Hossinger y a Fentanes, los más grandes, ambos vencedores del Plata.
Pero que mejor para este relato las propias palabras de Manuel “Lito” Fentanes: “A fines de 1947 y principios de 1948 el Profesor Dr. Walter Giorgi, científico de renombre mundial, eminencia de la ingeniería alemana contratado por nuestro presidente que nosotros admirábamos por su adhesión a la juventud, nos enseñaba meteorología a los pilotos del Club de Planeadores Albatros. Se dice que fue el inventor de la térmica y nunca dudamos de que fuera cierto. En una ocasión nos explicó como funcionaban los frentes de tormenta en nuestro hemisferio, y nos invitó a probar suerte para conocer la fuerza de ascenso y traslado de estos frentes, que a la fecha no se conocían, y la posibilidad de experimentarlos era con planeadores. Días después se vio en el horizonte un gran frente frío con varios "pisos" de lenticulares que avanzaba con rapidez. Mi experiencia en vuelos de distancia hoy diría que no era muy importante, pero mi instructor, Claudio Dori me autorizó a probar suerte, siempre que aterrizara no más allá de un aeródromo cercano, como San Fernando, cercano a la costa al norte de la capital. El enganche en el frente fue antes del mediodía del 6 de febrero de 1948. Corté el remolque a 300 metros y rápidamente en un ascenso bastante bueno trepé a 3.000 metros y me fue imposible descender y me encontré sobre el Río de la Plata. Pensé en aterrizar en la isla Martín García que conocía, pero hubiera sido un error mayor, así que continué sobre Colonia. Ya a la vista de Durazno, el frente se disgregó y quedé encerrado entre cúmulos potentes. No pude sortearlos y entré en uno con una ascendente muy fuerte que no pude controlar. Opté por abrir los frenos. Recuerdo que el variómetro estaba clavado totalmente arriba y las agujas del altímetro mostraban un ascenso violento…superando sin problemas los 6000 metros, recibiendo una fuerte pedrada que se colaba por la ventanilla. Desperté a 400 metros con hielo en las alas, pero muy cerca del rollo frontal. Cerré los frenos. Pude llegar y engancharme de nuevo, subir a 3000 metros y volar hacia Argentina con el apoyo del frente y a veces aprovechando la ascendencia de cúmulos que con elevarse del frente se transformaban en potentes. No pude llegar a Concepción del Uruguay, y ya se estaba cubriendo adelante también. En la carta estaba el aeródromo de Paysandú, y decidí llegar allí. Confieso que lo encontré por casualidad y descendí rápidamente porque el frente lo tenía a pocos kilómetros. Me ayudaron a guardar el Bussard en el Hangar, y en pocos minutos la piedra y el viento trepidaron sobre el mismo. ¿Sabía Ud. que las relaciones entre los dos países estaban rotas?. Ya me veía preso por espía en Uruguay, o desertor en mi país. Me guardé muy bien de contar que trabajaba en la Subsecretaría de Informaciones y Prensa del Estado, donde era fiscalizador de emisoras extranjeras. Bueno, fui atendido por los sanduceros como un rey. Me agasajaron con una cena muy concurrida, me obsequiaron una plaqueta, me alojaron en sus casas y me mimaron como un hijo. Como había dificultades para que un avión argentino fuera a buscarme, a los tres días, el instructor del Aero Club, el Sr. Moreno, que tenía experiencia en remolcar planeadores en Montevideo, se ofreció para remolcarme hasta mi país. Eran las once de la mañana del 9 de febrero. La gente se enteró y concurrió al aeroclub a esperar seguramente un desastre. Desenrollaron un cable que estaba a la intemperie bastante oxidado, de unos 40 metros de largo, y lo ataron a la cola del Piper (PA-12 CX-AJI). El Bussard y yo contra el alambrado. El Piper estiró el cable y dio todo motor, levantó la cola, pero el Bussard ni se movió. Así que pedí a algunos curiosos que me ayudaran tomando las puntas de las alas para alivianar la salida. Recuerden que el Bussard tenía patín, no ruedas. Despegamos, y en el primer viraje, apenas con 150 metros se rompió el cable. Por suerte el variómetro marcaba ascenso, asi que cerré el viraje y en pocos segundo trepé a los mil metros, altura que me permitido hacer una demostración acrobática sobre la ciudad. Crucé a la Argentina aterrizando en Concepción del Uruguay. El vuelo en el frente fue de cinco horas cincuenta minutos y recorrí alrededor de 400 kms. con un planeador de 1:20.”
“Lito” Fentanes y el Rhonbussard LV-DAI “Indio” frente al hangar del Aeroclub de Paysandú. 7 de febrero de 1948. (Colección Manuel Fentanes via Francisco Halbritter)
En el año 1936, a dos años del primer vuelo del primer prototipo del Rhonbussard, el piloto Hermann Seele superó los 5000 metros de altura volando dentro de las nubes. Desafortunadamente el granizó golpeó fuertemente el aparato que sumado a la turbulencia hizo que perdiera el control del mismo. El planeador se desintegró. Seele salvó su vida gracias al paracaídas. Por suerte “Lito” Fentanes tuvo éxito en el vuelo sin motor más espectacular que nuestro territorio conoció.
Rolf Hossinger y el Skylark III.
Cuarto y último cruce en planeador: el turno ahora para el otro pilar del volovelismo argentino, que en dos ocasiones venció “el plata”: una vez en planeador y la otra en globo.
Quien verdaderamente cruzó el río en vuelo térmico con la ayuda de nubosidad convectiva fue Rolf Hossinger, nacido en Misiones, República Argentina. La nubosidad convectiva proviene del movimiento vertical de las masas de aire producidas a raíz del calentamiento de la superficie, o por enfriamiento de las capas de aire en altura, o bien por la masa de aire inestable con gran contenido de humedad. Las nubes son del tipo cumuliforme, o las poderosas cumulonimbus, conocidas como“charly bravo”. A corta edad emigró a Suecia, patria de sus padres. En aquel país nórdico aprendió a volar en planeador. A su regreso a la Argentina en los años 50 continuó su actividad en el club Albatros.
Skylark III LV-DCJ. (Colección José Cuadrado via Francisco Halbritter)
El 16 de noviembre de 1958 despegó en el Skylark III, matrícula LV-DCJ del aeródromo de Merlo, donde el Club de planeadores Albatros tenía sus instalaciones. A los 600 metros de altura encontró una buena térmica, cortó el remolque y ascendiendo hasta los 1200 metros. Con esa altura puso proa a Aeroparque. Dadas las buenas condiciones meteorológicas decidió internarse en el río. Sin problema alguno llegó a Colonia, donde consiguió elevarse por encima de los 2000 metros, altura y condición que no desaprovechó, continuando con la navegación con rumbo este. Ya en San José las condiciones reinantes hicieron que descendiera por debajo de los 1000 metros. Allí no terminó su suerte. Una térmica lo elevó a 3000 metros, altura más que suficiente para continuar a Melilla, donde aterrizó luego de haber volado por 2 horas y 50 minutos, recorriendo más de 320 kilómetros.
Hossinger falleció el 3 de mayo de 2005, sin antes convertirse en piloto de aerolínea, fumigador, aeronauta y mejor volovelista, tal como lo demostró con la obtención del campeonato mundial de la categoría celebrado en Colonia, Alemania, en 1960, volando en el mismo planeador que utilizó para vencer las aguas del Río de la Plata.
Epilogo
Anchorena, Cattaneo, Newbery, Fels, Lubbe, Cristi, Boiso Lanza, el Dr. Eckener a cargo del dirigible LZ-127… junto a ellos los cuatro notables volovelistas protagonistas de esta historia. Todos ellos, precursores, vencedores del estuario, conquistadores del Río de la Plata.
“Coronel Don Esteban Cristi. Por el apoyo
prestado a la aviación sin motor en el
Uruguay. Los planeadores alemanes
agradecidos. Mayo 1939.” Lo anterior
se puede leer al pie de una estatuilla
(cenicero) que en su tope, asegurada
mediante una esfera, representa a un
Minimoa, en el despacho del director
del Museo Aeronáutico.
FUENTES
Documentos del autor y de Juan Maruri
Aeropuerto “Angel S. Adami” Melilla-75 años de historia 1920-1995 por Juan Maruri
AGRADECIMIENTOS
Francisco Halbritter
Peter Selinger
Manuel Fentanes
Juan Maruri
Eduardo Luzardo
Arturo Piñeiro
Roberto Rodríguez
Gustavo Necco
Maximiliano Vignatti